Exposición colectiva de artistas uruguayo-israelíes

Han pasado los años y la mayoría de nosotros ya no se acuerda, la respuesta a esta pregunta: ¿Qué me traje de Uruguay?

Vivimos como algo cotidiano los objetos que nos rodean y los valores que nos formaron. ¡Desmenuzar qué es de aquí y que es de allá puede aún ser una pregunta banal! Sin embargo, quisiera que para esta exposición de artistas uruguayos en el 2023 nos hiciéramos esta pregunta como guía, como eje central de la obra a presentar.

Los trabajos de arte no están limitados al mundo físico y los objetos son un puente a memorias.

La pregunta es abierta. La obra también puede serla.

Partimos con una interrogante y llegamos a obras profundas e interesantes creando una historia todos juntos que hile nuestro aporte a la cultura nuestra. La de aquí y la de allá.

No creo que nunca podremos cuantificar exactamente ¿qué nos formó?, ¿qué nos llevamos con nosotros?

Me viene la escena en la película Ciudadano Kane de Orson Welles, donde se busca el significado de Rosebud, misteriosa última palabra del moribundo Kane. Es ese misterio por resolver que desarrolla la trama de la película, en idas y vueltas en el tiempo. Hacia el final, luego de toda la investigación nadie (fuera del publico cómplice) se enterará jamás que era el nombre de su trineo, donde fue feliz, con el que jugó libremente subiendo y bajando, deslizándose por las colinas nevadas de la vida. Esa niñez vital, cargada de referencias.  Rosebud, significa pimpollo en español, el lugar de donde todo se genera.

Ese א-alef  (tomándolo de la cábala) del que hablaba Borges, inicio de todo, para luego perdernos entre laberintos y espejos.

Así, un grupo de uruguayos abrieron sus corazones. Contando en arte  historias de carretas, de exploradores, de sillas vacías, de declaraciones de amor en las canteras del Parque Rodó, de siestas celestes y de sol brillante digital, de un obelisco de zapatos de trabajo pintados y bebés a las espaldas de una madre emigrante, de mates a diferentes gustos, de guardapolvos con moñas azules, corbatas de seda y ausencia, de abstracciones de mares y turbulencias, de trituraciones de quienes fuimos, de textos espejo, de pájaros pintados, de máquinas de coser y niños crisálidas  enredados en hilos, de calles mojadas con ritmo de lluvias ausentes y un Uruguay registrado en un film velado. Una valija llena de frutillas, inocente imperdurable… se transporta muchos kilómetros geográficos, a través de los años y momentos flotantes.

Sean los orientales tan ilustrados como valientes; y que Artigas nos proteja en los tiempos que nos tocan; puesto que aun creemos, tal vez ilusamente, que con libertad ni ofendo ni temo.

Alejandra Okret, julio 2023